El descalabro financiero de la reforma pensional
Gustavo Petro es el mago hechicero de la distracción. Su incendiario y megalómano discurso del 1º de mayo, culpando a los demás por desgracias infundadas de igualdad, equidad y diferencias étnicas, busca desviar la opinión a su falta absoluta de gobernanza. Pareciera que aun estuviera en campaña, o en diatribas populistas de su paso por el legislativo. En sus casi dos años de gobierno, con una ejecución presupuestal del 9,1% al 31 de marzo (2024), el peor registro de los últimos años, deja descubierto su ineficiencia como gobernante, realidad que pretende ocultar con su prolífica, engañosa y agresiva locución. De alguna forma, sus proyectos de iniciativas y reformas legislativas en salud, laboral, pensional y otros, totalmente alejados de la realidad, sencillamente se justifican en fundamentalismo ideológico con precaria sustentación alguno y de dudosa viabilidad fiscal. Si bien la reforma a la salud sufrió un revés en el Senado al declararse archivada, no fue así con la reforma